Un candidato prorruso y crítico de la OTAN sorprende y le genera otro dolor de cabeza a Europa
PARÍS.– Rumania y la Unión Europea (UE) vivieron el domingo un auténtico sismo político, después que Calin Georgescu, el candidato prorruso que nadie esperaba, ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, superando ampliamente al favorito, el primer ministro proeuropeo Marcel Ciolacu, que llegó en tercera posición.
Calin Georgescu, de 62 años y extrema derecha, obtuvo 22,59% de los votos contra Ciolacu, el candidato social-demócrata que recogió apenas 19,15 %.
Elena Lasconi, alcalde de centroderecha de una pequeña ciudad, llegó segunda con 19,18% de las boletas, superando así a Ciolacu. Por su parte, otro candidato de extrema derecha, George Simion, del partido AUR (Alianza para la Unidad de los Rumanos), se ubicó en cuarto lugar, con 13,94% de los votos.
“Cualquiera sea el resultado de la segunda vuelta, la extrema derecha ha sido la gran ganadora de esta elección. En total, obtuvo más del 35%”, analiza el politólogo rumano Christian Pirvulescu.
El primer ministro reconoció anoche su derrota y afirmó que no cuestionaría los resultados, a pesar de la escasa diferencia que lo separó de Elena Lasconi. También anunció su renuncia a la presidencia del Partido Social Demócrata (PSD), aunque indicó que seguiría al frente del gobierno hasta el final de las elecciones, cuya segunda vuelta debe realizarse el 8 de diciembre.
Teniendo en cuenta los resultados del domingo, las elecciones legislativas, previstas para el 1° de diciembre, podrían rediseñar totalmente el paisaje político rumano.
“Fortalecida por sus buenos resultados en la presidencial, la extrema derecha podría beneficiarse con un ‘efecto de contagio’”, pronostican los especialistas. Esa eventualidad permite prever difíciles negociaciones para formar coalición de gobierno.
Herederos del ex Partido Comunista, los social-demócratas, que han estructurado la vida política rumana desde hace más de tres décadas, gobiernan actualmente en coalición con los liberales del PNL, que también obtuvieron muy malos resultados el domingo.
La llegada masiva de la extrema derecha a la política rumana significa un cambio brutal para ese país de 19 millones de habitantes, leal miembro de la Unión Europea y de la OTAN y vecino de Ucrania, que hasta hoy había resistido a las posturas nacionalistas, desmarcándose de Hungría y de Eslovaquia. Y si bien su función es esencialmente protocolar, el presidente de la República rumana ejerce un importante magisterio moral.
Para los expertos, la extrema derecha aprovechó el actual clima social y geopolítico tenso que vive Europa. La inflación también fue prioritaria en las preocupaciones de ese país, uno de los más pobres de la UE.
“Voté por los oprimidos, los humillados, los que tienen la impresión de no contar en este mundo”, declaró Calin Georgescu el domingo.
Tras diez años en el poder del presidente Klaus Iohannis, fiel apoyo de Kiev, pero muy impopular en su país —sobre todo debido a sus costosos viajes al extranjero financiados por el dinero público—, los rumanos decidieron apoyar a los candidatos antisistema, llevados tal vez por el auge de movimientos ultra-conservadores en Europa.
Y eso es, precisamente, Calin Georgescu. Muy poco conocido públicamente, incluso en su propio país, el hombre que deberá ratificar su triunfo el 8 de diciembre se presenta como un experto en desarrollo sostenible. Diplomado de la facultad de Agronomía y doctor en Pedología (el estudio de los suelos), tuvo un puesto importante en el ministerio del Medioambiente y en varias ONG especializadas en esas cuestiones, a comienzos de los años noventa.
Tras un breve paso por el ministerio de Relaciones Exteriores a mediados de la década del 2000, ocupó funciones en la ONU. Esa experiencia aparece en su programa de gobierno, en el cual promete la independencia económica y ecológica de Rumania, poniendo el acento en el desarrollo agrario.
En 2019, adhirió a la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), formación de extrema derecha, populista y nacionalista que lo propuso como primer ministro dos veces consecutivas. Pero sus posiciones ultra-nacionalistas, sobre todo después que hizo la apología del ex dictador y colaborador nazi Ion Antonescu, provocaron su exclusión en 2022. Por esa razón, Georgescu se presentó esta vez como candidato independiente.
Pero fueron sobre todo sus posiciones pro-rusas y sus críticas a la Unión Europea y a la OTAN que lo hicieron conocer fuera de las fronteras rumanas. En 2022, estimó en una entrevista que Vladimir Putin era “uno de los escasos verdaderos dirigentes del mundo” y “un hombre que ama a su país”.
“Georgescu también cultiva un cierto mimetismo con Putin. Usa, por ejemplo, su amor por el deporte y, sobre todo, el placer de bañarse en el agua helada. Cuestión de probar, como el patrón del Kremlin que había publicado sus fotos con el torso desnudo, que él también ha desarrollado una fuerte resistencia física”, analiza Christian Pirvulescu.
“Cuando entro en el agua helada, comunico con el universo y con Dios. Me carga las baterías con energía natural”, explicó hace poco a la prensa local.
También expresa su admiración por el primer ministro Viktor Orban —también pro-ruso—, a quien considera un “gran negociador”. A su juicio, el escudo antimisiles de la OTAN en Rumania es una medida conflictiva en vez de pacífica: “Es la vergüenza de la diplomacia”, afirma. Para Georgescu, la UE y la OTAN no representan correctamente los intereses de los rumanos y la guerra de Rusia contra Ucrania “está manipulada por sociedades militares norteamericanas”. Como Putin, afirma que Ucrania es un Estado “inventado por los bolcheviques”, que históricamente forma parte de Rusia.
Como todos los populistas contemporáneos, gran parte de su sorpresivo éxito responde a su perfecto manejo de las redes sociales, sobre todo de TikTok. Georgescu aventajó así a sus rivales, que hicieron campaña con métodos más tradicionales.
Un estudio del grupo de reflexión New Strategy Center señala que Rumania, que comparte una frontera de 650 kilómetros con Ucrania y está bordeada por el mar Negro, “tiene un papel estratégico vital en la región. No solo para el tránsito de cereales, sino también para la OTAN”. Más de 5000 soldados de la Alianza Atlántica están desplegados en ese país, entre ellos 1600 franceses.
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