Un escenario de preocupación por los números en rojo

Mientras los números macroeconómicos muestran, en general, una evolución positiva, en el agro las cifras reflejan mayoritariamente un escenario de preocupación. Ese contraste se repite con la visión promedio de la marcha del Gobierno.

El Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) proyectó una producción de granos por 131,7 millones de toneladas, con exportaciones por y 93,5 millones, lo que representa un 4 y un 7%, respectivamente, de incremento respecto de la campaña anterior.

En divisas, el CAA estima que todo el complejo agroindustrial aporte 44.820 millones de dólares durante 2025, “lo que representa una disminución de US$710 millones” en comparación con las estimaciones del año que está por terminar.

“Esta caída se explica, en parte, por la contracción en las exportaciones del sector de cereales y oleaginosas, que registraría una baja de US$1390 millones de continuar los niveles de precios a futuro que se observan hoy”, añade el informe.

La caída de los precios de la soja, que están en los niveles más bajos de los últimos cuatro años, es el principal motivo de la reducción de las proyecciones de ingresos.

Dado que el Gobierno ha decidido no modificar la parte más importante de la estructura impositiva que pesa sobre el campo, conformada por los Derechos de Exportación (DEX), se produjo un efecto paradójico en tiempos de un gobierno autodenominado liberal: aumentó la presión impositiva, en vez de bajar.

Según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), aumentó 2,8% respecto de septiembre pasado la presión impositiva del Estado en sus diversos niveles sobre la renta generada por una hectárea agrícola y alcanzó el 64,3%. Respecto de un año atrás, el incremento es de 5,4 puntos porcentuales, de acuerdo con el informe de FADA.

Una hipótesis para destacar es la realizada por la economista jefe de la entidad, Nicolle Pisani Claro, quien explicó que “si desaparecieran los DEX la participación del Estado sería del 36%”.

Este escenario “no solo sería positivo para el productor sino que permitiría que se generen nuevos puestos de trabajo y mayores inversiones. Esto a su vez implicaría un mayor movimiento en diferentes regiones del país y un crecimiento en diversas áreas de la sociedad: sería positivo para todos los argentinos”.

Quizás porque el Gobierno haya logrado desactivar el campo minado que le dejó la administración Fernández-Massa y que hay expectativas de que finalmente el presidente Javier Milei pueda cumplir con su promesa de eliminar los DEX es que algunos sondeos reflejan un ánimo de expectativa positiva con la gestión libertaria.

Según el índice AgBarometer Austral que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, un 60% de los productores considera que el presidente Milei “cumplió con las expectativas del sector”. Por el contrario, un 36% respondió que el Presidente no respondió a las expectativas y, fundamentalmente, hicieron referencia al mantenimiento de los DEX y a lo que consideran como pérdida de competitividad del tipo de cambio.

Quienes tienen buenos ojos con la evolución del Gobierno destacan los logros macroeconómicos. En contraste, quienes no vieron cumplidas sus expectativas afirman que las reformas estructurales anunciadas no alcanzan a revertir la situación particular de la actividad.

Más allá de las visiones diferentes, lo cierto es que los números del ciclo 2024/25, específicamente para la soja, el cultivo de mayor producción, son preocupantes. De acuerdo con un reporte de los CREA, en soja “solo el 10% de la superficie nacional se ubicaría en un rango de viabilidad económica positiva”. El resto está a pérdida o apenas con lo justo. Es decir que en gran parte del área dedicada a la oleaginosa se está por debajo del Precio de Indiferencia (PI), “lo que supone que, obteniendo rendimientos promedios, no se alcanza a cubrir los costos de producción”, destaca el informe.

Esto coincide con la caída del poder de compra de los granos en relación con los insumos. Según un informe de AZ Group, se necesita el doble de soja que el promedio de las últimas tres campañas para adquirir un litro de gasoil o para pagar las labores agrícolas.

De no haber un giro importante en el escenario de precios por alguna razón climática o política, el panorama es de preocupación. Lo mismo puede decirse si el Gobierno deja las cosas como están.

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